28 de noviembre de 2011

¿Qué sucede si aplicamos algunos conceptos museográficos a una tienda de deportes?

Hace unos días estuve pensando, de qué me servían mis estudios de Historia del Arte y de Museología en concreto, pues como la situación actual es la que es y no podemos cambiarla, he debido buscar trabajo en algo que a priori no tiene nada que ver con mis estudios. 
Aprovechando que una de mis pasiones, aparte del mundo del arte, es la bicicleta, encontré trabajo en una tienda de deportes, Sport Zone para más señas.
Poco a poco me he ido dando cuenta que a la hora de exponer productos para el público, ya sean obras de arte o bicicletas, podemos conseguir prácticamente los mismos efectos en un museo y en una tienda. 
De todas formas tengo la suerte de tener un poco de libertad a la hora de ser creativo con los productos. He ido aplicando algunas fórmulas expositivas de los museos a nuestra sección, creando recorridos inconscientes para el visitante o cliente en este caso, para que la circulación dentro de la sección sea lo más cómoda y atractiva posible. Lo sorprendente de todo esto no es solo la compatibilidad de los conceptos expositivos, sino que las ventas se han incrementado, no de manera espectacular, pero sí de aquellos productos que hemos puesto en valor, diferenciándolos del resto, colocándolos en puntos de visión concretos y a una altura adecuada para los ojos. Está claro que esto no es una ciencia exacta y que el precio también influye en la decisión del visitante. Pero existen casos de objetos que al ser tratados de manera individual, objetos que en principio no habían tenido mucho éxito. Se ha cambiado su ubicación en la tienda, colocándolos bajo un punto de luz y con la cartela de información con una letra visible y atractiva. Sin necesidad de variar el precio hemos conseguido que ese producto se venda con mayor facilidad.
Un caso bastante clarificador es la exposición de las bicicletas, hemos intentado tratarlas como una escultura, separando un modelo concreto del resto, diferenciándola del resto mediante un pequeño pedestal, con una cartela explicativa lo más desarrollada posible, individualizada y en una situación en la que dicha bicicleta actúa como efecto llamada para el visitante, en la zona de bicicletas. Aprovechando una claraboya del techo durante el día hemos conseguido que tenga una luz natural cenital, que desarrolla los volúmenes y acentúa los detalles de los diferentes componentes y engranajes de la propia bicicleta. El resultado no se ha traducido en ventas directas (Debido al precio) pero a pesar de ello, si se ha incrementado el número de personas que se han visto atraídas por el efecto llamada del objeto individualizado. 
En la zona de montaña jugando con los cubos expositivos y las tiendas de campaña, hemos alterado un poco la direccionalidad de los recorridos inconscientes de la tienda. Puesto a que la ubicación de la sección es un poco complicada debido a las lógicas limitaciones de los estudios de merchandising, esta sección quedaba ubicada haciendo una figura convexa a la cual solo se accede si se buscaba algo concreto. Con el cambio, hemos conseguido que el tránsito desde el recorrido inconsciente de la tienda, hasta dicha sección se produzca de una manera más natural sin obstáculos visuales, haciendo que los objetos acompañen al visitante y lo introduzcan en un cambio de ambiente.
Poco a poco vamos consiguiendo diferentes objetivos, siempre consensuados con los expertos en marketing y ventas al detalle, de los cuales ambas partes se ven beneficiadas. 
Con esta entrada quería también expresar, que aunque parezca que lo que hacemos y lo que tanto esfuerzo hemos estudiado, que a veces parece que no nos ha servido para nada, hay ocasiones en las cuales podemos poner en práctica dichos conocimientos y disfrutar más de nuestro trabajo. 


11 de noviembre de 2011

MOBA Museum of bad art

Al sur de Boston, en Estados Unidos, se encuentra la población de Dedham, enclave que alberga el primer museo dedicado al "mal arte" o "arte malo". Un lugar que nace como iniciativa privada para dar cabida a aquel arte denominado malo, que no entra dentro de los cánones estéticos a los que la mayoría de nosotros estamos habituados.

Fundado en 1993, en el sótano de un teatro en Dedham, hoy día cuenta con una colección superior a las 400 obras, que por cuestiones de espacio no pueden ser mostradas en su totalidad, pero el museo se rige por una política de exposiciones temporales. La iniciativa nace a partir de que el anticuario Scott Wilson, recogiera una pintura de la basura y se la mostrara a sus amigos, los cuales le recomendaron la creación de una galería. Siendo el lugar elegido el sótano del Community Theater. 

A partir de ahí, la recién fundada institución, a través de amigos y simpatizantes, empezó a recopilar obras encontradas en diferentes lugares, referentes de un arte que aunque con buenas intenciones había terminado siendo un claro ejemplo de lo que no se debe hacer. Poco a poco este museo ha ido alcanzando fama, al ser nombrado en varias guías de viaje además de haber recibido premios por la originalidad de su función. Una función que según sus creadores es la de "Preservar aquel arte que es demasiado malo para ser ignorado". Hoy día la política de aceptación de obras de arte se rige por una selección de aquellas obras que sean originales y que además no estén realizadas deliberadamente mal, es decir que sus defectos de ejecución o de estilo sean causa fortuita o inconsciente. 

En 1994 se produjo la primera exposición en los sótanos del teatro de Dedham, con un gran éxito de público. Dicho teatro ha sido descrito en muchas ocasiones de estilo "destartalado". Edificio de ladrillo visto construido en 1927, con un pórtico de entrada que recuerda de forma lejana a un templo griego coronado por un óculo cerrado. Sus pilastras clásicas realizadas en hormigón estructuran el ritmo de la fachada, y organizan el espacio dedicado a los ventanales blancos y modernos. Toda la fachada está cubierta de publicidad de los negocios colindantes además de la propia publicidad de las películas que allí se proyectan. Este último dato es importante, puesto que el régimen de apertura del museo depende directamente del horario de proyección de las películas. Solo podremos acceder al museo mientras el teatro esté abierto.

Es un museo que incita a la diversión, debe ser un lugar de relajación, de acercar el arte al público en general, no hace falta ser ningún experto en arte para poder pasar un buen rato admirando las creaciones, que aunque son originales, no dejan de ser de personas anónimas. Artistas en potencia, que por avatares del destino han terminado viendo sus obras expuestas en un museo.

El MOBA es una institución privada, que vive de las donaciones de particulares, además de la recaudación de la taquilla del museo. Pero aún con las limitaciones evidentes que posee, la originalidad de la idea y las ventajas de las nuevas tecnologías, ha conseguido ser bastante reconocido. Así han conseguido dar vida a otra galería de arte, esta vez en Somerville, de nuevo en los sótanos del teatro de dicha ciudad. Pudiendo dar cabida así a mayor número de obras. 

La colección del Museo del mal arte, se estructura a través de retratos, paisajes, fuerzas invisibles, desnudos, gente azul, accidentes de los símbolos y rasgos pobres. Todos los estilos son fácilmente identificables, la mayoría de las obras son divertidas, nos arrancan una sonrisa a primera vista, y nos damos cuenta que la división de la colección no podía haber sido hecha de mejor manera. 

La obra estrella del museo es "Lucy en el campo con flores", se trata por tanto de un retrato (de una anciana), dentro de un paisaje bucólico, donde los colores estridentes impactan desde el primer momento y la retratada  parece ser que levita arrastrada por el viento. Se trata de la obra que Scott Wilson encontró en la basura, y de la que en primer momento solo le interesaba el marco.

En resumen y para finalizar, el MOBA, es un museo original, con una gran calidad expositiva y muy bien llevada a la práctica por sus responsables. Una idea que gracias a las nuevas tecnologías está alcanzando gran difusión y consiguiendo poco a poco relevancia. Una relevancia que nos acerca a aquellas obras que salen de lo común, que dan un toque diferente a la concepción de un museo y por qué no, convierten lo que usualmente se asocia como un sitio aburrido, es decir el museo, en algo divertido y nos enseñan que el valor de las cosas no solo se encuentra en la belleza de la ejecución, sino también en el atrevimiento.